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sábado, 1 de junio de 2013
No hay secesión pacífica HERMANN TERTSCH, ABC 31/05/2013
· Reflexionemos todos. Hay opciones de paz y libertad. Conocidas. En el Estado común.
La escalada de provocaciones del gobierno de la Generalidad desde que Artur Mas se lanzó a la deriva del separatismo radical no tiene fin. De momento. Habrá de tenerlo algún día. Tarde o temprano, los políticos con responsabilidad de gobierno de toda España habrán de poner fin a este delirio nacionalista sin salida. En Madrid, personalidades políticas y académicas en la Universidad San Pablo CEU se han unido en una iniciativa para encontrar la solución a esta crisis terminal del actual sistema que no puede sobrevivir a su lógica interna degenerativa y a las deslealtades centrífugas. Han elaborado una propuesta general de reconstrucción nacional. El libro se llama «Recuperar España. Propuestas desde la Constitución». Les traigo unos párrafos en los que se desmiente esa teoría separatistas según la cual hay una secesión en armonía y amistad. Es falso. No existe.
«La experiencia histórica nos enseña también en España y en las edades moderna y contemporánea que siempre que hemos iniciado proceso de desintegración y autodeterminación como los actuales, aunque en principio pudiera existir retórica amable en el centro y la periferia, lo cerramos con amplios derramamientos de sangre (…); y ello para volver a la situación anterior». (…) No nos dejemos engañar por la dialéctica del «buenísimo» que siempre nos dibujara la posibilidad de fragmentaciones amables de la nación, con fiestas, discursos y promesas de hermandad perpetua. Son poco importantes los “14 de abril”; lo que conviene conocer qué es lo que ocurre a partir del día 15; y nosotros sabemos muy bien que una República recibida un día con canciones y entusiasmo, se fue deslizando inmediatamente a los golpismos, anarquía, separatismos y, a los cinco años, a la guerra civil.
A partir del día siguiente a la separación, si no ha comenzado ya antes, las grandes naciones quieren crecer o ganar influencia con nuestros territorios desgajados, o impedir que otros lo hagan, proceso estimulado por las comunidades que entren en dispersión, que harán su balbuciente política internacional buscando alianzas o protecciones como tuvimos ocasión de comprobar en los años 30. (…) A este riesgo de conflicto por razones externas se sumará el proveniente de la reacción unitaria del viejo poder central, tanto o más peligroso cuanto más tardío.
Reacción especialmente contra las políticas de sus antiguos territorios porque, aun cuando los líderes de la secesión hayan hecho con sinceridad proclamas de paz, solidaridad y de acogida amorosa en el seno de la nueva nación de todos sus habitantes procedan de donde procedan la experiencia nos enseña que inmediatamente afloran las conductas perturbadoras. Comienzan a ofenderse los sentimientos de los partidarios de la vieja patria respecto de la cual se ha obtenido la separación o la distancia, discriminándoles, al menos en la práctica; y en todo caso tales partidarios de la vieja patria viven con sensación de ser perseguidos o marginados, idea que se transmite a la antigua nación de procedencia, en la cual se genera un impulso de intervenir en su antiguo territorio en defensa de los derechos humanos de los suyos, que habitan en los espacios separados. Los nacionalistas no pueden admitir la subsistencia de diversas identidades en su propio territorio.
Pero además, está su clara vocación expansionista. Los territorios separados con el entusiasmo nacionalista que le llevó a la separación, con la embriaguez que el éxito producen sus dirigentes, piensan en extender su acción benéfica hacia territorios limítrofes. No hacemos juicios de valor tan sólo anotamos que este esquema negativo para la paz se produce siempre que se dan los fenómenos de separación».
Tomen nota. Reflexionemos todos. Hay opciones de paz y libertad. Conocidas. En el Estado común.
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