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viernes, 4 de octubre de 2013

La batalla de las Islas Baleares

Si Bauzá cede, adéu Espanya. Lo que nos jugamos en las Baleares es el principio del fin de la inmersión lingüística, es decir, del proyecto de expulsión del español de la vida pública de los llamados Países Catalanes. Y, con ello, del paso siguiente a la independencia de Cataluña: la incorporación de las Islas Baleares a la Catalunya Gran, al nuevo estado mediterráneo. 

No hay nacionalismo que no provenga de la nostalgia. Ese es siempre el componente que lo liga al fascismo que alimenta: la grandeza perdida. Sólo que si en el fascismo original la grandeza de Roma no se podía negar, en el caso del catalanismo es un sueño, una nación inventada como dueña de un pequeño imperio medieval que en todo el mediterráneo se conoce como aragonés.
Pero aquella expansión comenzó por las Baleares. Las islas son el emblema de ese pasado glorioso. No importa que hayan pasado ochocientos años. La nostalgia fascista es siempre, paradójicamente, una negación de la Historia.

 El afán de regresar al paraíso detenido en el que fueron poderosos y grandes y felices, antes de que la sangre castellana enturbiara su perfección imaginada. La inmersión y la enseñanza eran las armas de la recatalanización, de la preparación para la empresa mayor, para el ‘anschluss’. Empezando por exterminar las variantes dialectales isleñas, la lengua verdadera de sus habitantes, sacrificadas en el altar de la unidad de la lengua que ha impuesto en todo el Principado, en las Islas y también en el reino de Valencia, la variante barceloní, con algunas gotas folklóricas para hacer más tragable la imposición. Y la mentira en la que viven y obligan a vivir.

La principal, la de que la nueva disposición del Gobierno balear intenta acabar con la lengua catalana. Lo único que garantiza es un tercio de las materias en español. ¡Un tercio! Un tercio para cada lengua, catalán, español, inglés. Están en la calle para defender la tiranía catalanista de la que han vivido hasta ahora, porque las universidades en las que se forman son fábricas de nacionalistas.

 Lo único que está intentando Bauzá es que los niños de las Islas aprendan también el registro culto de una lengua, el español, que es ya la materna de muchos de ellos, y que hoy los niños baleares sólo aprenden de la horrible televisión. Pero, claro, eso sería ligarlos también a España. Y, con ello, impedir la futura anexión. El ‘anschluss’. Y de eso es de lo que se trata. De que nadie en Austria se oponga a la entrada del Führer. 

 (Blog de Javier Orrico)

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