jueves, 28 de marzo de 2013

Tahúres desnudos


Publicado en El Blog de Guals
Lo sé, lo sé. Últimamente escribo demasiado sobre el nacionalismo catalán pero entiéndanlo, es que da mucho juego. Hoy, sin ir más lejos, Fernando Ónega, al cual admiro, nos deja en La Vanguardia un artículo titulado “Decálogo catalán que más bien debería llamarse “Ahora os dáis la manita y hacéis las paces” por el buenrollismo que destila. Analicémoslo someramente. (Imitando -dentro de mis posibilidades- al gran Santiago González mis comentarios irán en azul).
1. La relación Catalunya-España ha empeorado por dos razones: Catalunya no consiguió hegemonizar la conducción del proceso soberanista y Madrid adoptó una posición equivocada de esperar que el proceso fracase. Pero Don Fernando, por Dios, ¿relaciones Catalunya-España?¿Habla ud. también de relaciones Lombardía-Italia? Las relaciones Cataluña-España no han empeorado porque sencillamente no existen. Existen las relaciones entre ciudadanos españoles de ideas diferentes pero su ánimo -encomiable en todo caso- de dar cremita a los lectores de La Vanguardia para no molestar a nadie no nos puede llevar a generalizar cada particularidad porque si lo hacemos acabaremos hablando de cumbres Jaén-España. ¿O -como dirían en Andalucía- es que los de Jaén no songente?. Lo de “hegemonizar la conducción del proceso” reconozco que no lo he entendido.


Respecto a lo de esperar a que el proceso fracase le diré que desde estos campos de soledad, mustio collado, de la meseta madrileña no hemos visto más proceso que una manifestación. Entenderá ud. que siendo Madrid el manifestódromo nacional no nos haya impresionado mucho.
2. Esta posición de silencio del poder central crea un sentimiento de maltrato entre el pueblo catalán, que se siente minusvalorado, ninguneado, en la atención política. O sea, que lo que tienen  es déficit de atención. Como los niños hiperactivos. Desde aquí aprovecho para transmitir al pueblo catalán mi cariño y admiración. Si vienen a Madrid se darán cuenta de que no es que los ninguneemos es que también tenemos balanza fiscal negativa y eso nos quita mucho tiempo. Y no, no todos los madrileños somos funcionarios. Vengan a Madrid y les invitamos a unas cañas.
3. La relación seguirá deteriorada mientras esté tan politizada, por no decir exclusivamente politizada. ¿Dónde están los movimientos intelectuales que en otros momentos de la historia establecieron lazos de comunicación? Me encantaría que el señor Ónega detallara más esos movimientos intelectuales catalanistas que históricamente establecieron lazos de comunicación. Debe referirse a la vez que Josep Pla dijo que “el Palace era el hotel de los catalanes en Madrid” (no, no era una referencia a Durán i Lleida, malpensados). Si se refiere a Vicens-Vives y su teoria de Cataluña como motor modernizador de España que se lo explique a los de ERC a ver qué le contestan.
4. Para recuperar la normalidad y la cordialidad es preciso que la sociedad civil tome el protagonismo, porque la relación entre los pueblos no es tan dramática como la política. Mire, eso es verdad. La relación con mis amigos catalanes no es nada dramática, sigue siendo estupenda.
5. Es perniciosa la conflictiva conexión entre las administraciones de la comunidad autónoma y del Estado. Perjudica a las empresas y paraliza iniciativas con los mismos efectos que el miedo. El miedo que tienen las empresas de Cataluña es que un buen día un aventado declare la independencia y se vean atrapados en una república balcánica ibérica, no a las malas relaciones entre Mas y Rajoy.
6. En el resto de España hay una gran incomprensión o desconocimiento del catalanismo y sus aspiraciones. Todo el mundo confunde derecho a decidir con independencia. Todo el mundo lo confunde porque es como para confundirlo. Reconozco que he podido malinterpretar eso de “Espanya ens roba”. Respecto al derecho a decidir necesito que me lo expliquen mejor. Ya he dicho varias veces que soy partidario de hacer un referéndum y cuanto antes, ahora bien, ¿tienen derecho los catalanes a modificar unilateralmente la frontera española? Coincidiran conmigo que las identidades son libres pero las frontera española es española, no catalana. ¿No sería lógico que nos preguntaran antes de cerrarnos uno de nuestros accesos a Europa? ¿O es que sólo los catalanes tienen derecho a decidir? Me siento incomprendido.
7. En Madrid faltan nombres que aproximen y divulguen Catalunya y los valores catalanes y, desde esa labor divulgadora, reconstruir los puentes rotos. En Cataluña también faltan nombres que divulguen los tradicionales valores catalanes. Intentando construirse una identidad diferenciadísima a toda prisa no hablan más que del catalán, los castellers y 1714. Esos no son los valores de Cataluña. No, el catalán tampoco. Los catalanes han tenido siempre los mismos valores que se han atribuido al prototipo español. Además han tenido más sentido práctico que los demás como negociantes y mercaderes que siempre han sido. Pero una cosa es ser un honrado mercader y otra jugar a la puta y la Ramoneta. No nos engañemos: el catalanismo ha prostituido los tradicionales valores de los catalanes. A Cataluña ya no la reconece ni la mareque la parió.
8. No se ha producido el choque de trenes, porque están en vía muerta. Hay que ponerlos a andar a través del diálogo. El pacto fiscal o la revisión de la aportación catalana a las demás comunidades serían medidas deseables porque Catalunya se siente injustamente tratada. El choque de trenes (llamar “tren” al catalanismo me parece un tanto exagerado) no se ha producido porque no hay tren. Los catalanistas no quieren ser una gran nación independiente por debajo de Dios -cosa que me parece muy respetable- quieren acercarse al calorcito de la chimenea común poniendo la menor leña posible. Lo puedo entender pero me parece una reclamación de clase. De clase media para ser más exactos. Tratar de convertir los intereses de la clase media (con la cual me identifico) en un alegato nacionalista siempre termina en una especie de coitus interruptus (con perdón) porque esa misma clase media, al final tiene más interés en conservar los beneficios de la unidad que emprender aventuras independentistas. Los burgueses, ya se sabe, somos muy poco románticos. En cuanto vemos que algo nos puede costar dinero empezamos a recular, que es, básicamente lo que le está pasando ahora al nacionalismo catalán, que empieza a recular.
9. Lo más urgente es, sin duda, que los dirigentes políticos se apresten a quitarle dramatismo al conflicto. Mientras se plantee con el dramatismo actual, no habrá aproximación.  Don Fernando propone que Cataluña encare un proceso secesionista motivado por el expolio centralista español pero, eso sí, sin dramatizar. Uno de los lemas de la campaña podría ser “Todos los españoles son unos malditos ladrones en el mejor sentido del término”.
10. Alguien tiene que dar un paso, tomar la iniciativa y hacer un movimiento de aproximación. El discurso del silencio sólo produce frustración. Y alguien apuntó: quizá no sería mala idea acudir a la historia, tomar sus ejemplos y conectar con la legalidad anterior al 11 de septiembre de 1714. ¿No fue eso lo que hizo Adolfo Suárez con Tarradellas? Lo dicho: “ahora os dáis la manita y hacéis las paces”. Respecto a la legalidad anterior al 11 de septiembre de 1714 me imagino que se refiere a la existencia de aranceles entre la corona de Castilla y la de Aragón o la posibilidad de cada una de ellas de acuñar moneda. Eso de volver a tener, maravedíes, escudos y reales de vellón no cuadra mucho con las pretensiones europeístas de los nacionalistas catalanes, pero en fin. Lo de los escudos me ha recordado un poema de Luis de Góngora del que les dejo aquí un fragmento a modo de despedida:
Dineros son calidad
Cruzados hacen cruzados,
Escudos pintan escudos,
Y tahúres muy desnudos
Con dados ganan condados;
Ducados dejan ducados,
Y coronas majestad,
¡Verdad!
Pues eso.

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