sábado, 9 de noviembre de 2013

NO HAY QUE OLVIDAR. El intolerable fascismo lingüístico que nos invade

GRUPO RAMON LLULL* El fascismo, el comunismo o cualquier otro sistema totalitario pueden ser cogidos a beneficio de inventario. Quiérese decir: no hace falta un Hitler, un Mussolini o un Stalin -y los respectivos regímenes que impulsaron y dirigieron- para que el totalitarismo en cualquiera de sus proyecciones haga acto de presencia en una sociedad determinada. Basta que se produzca una absolutización de cualquiera de las categorías medulares del fascismo -identidad, nación, estado, territorio o lengua- para que suenen las alarmas y nos encontremos ante un desagradable e inquietante proceso de fascistización, incluso en un régimen democrático.

Es lo que ha ocurrido en Balears con el PP -de forma suave y vergonzante- y con el PSOE de forma opresiva y radical. Y es que el problema no surge de grupos minoritarios nacionalistas fuertemente fascistizados, sino cuando, por razones coyunturales de estrategia política o de pactos de gobierno, estos dos partidos de notable implantación y de ámbito nacional asumen la radicalización de las minorías fascistizadas, quebrando gravemente el principio de representación que está en la base de toda democracia y provocando una situación intolerable que genera altas cotas de irritabilidad social ante la flagrante conculcación de derechos y libertades fundamentales.

¿ES EL NACIONALISMO UN PELIGRO?

En cualquier doctrina hay malas y buenas personas. No se trata pues, de preguntarse si los nacionalistas son un peligro. Es mejor afrontar el problema desde las ideas que, supuestamente, están en la base de una doctrina. En este caso el nacionalismo. Y analizar si constituyen, o no, un peligro. ¿De qué peligro hablamos? Se trataría, en mi opinión, de la libertad. En España, la libertad está más amenazada en las Comunidades dominadas por gobiernos de tendencia nacionalista. Además, el nacionalismo trata de minar, debilitar o destruir un Estado-nación, como el español, con el consiguiente aumento de la tensión y la inestabilidad.

El punto de partida es la nación. Pero la nación no es solamente un territorio, unas personas y una organización jurídico política. Se trata de un ente mítico. ¿Por qué? Porque se supone (por parte de los nacionalistas) que es una entidad que se ha mantenido homogénea a lo largo de los siglos. Es decir, se trata de una especie de animal metafísico. Este es un fenómeno que suele llamarse ‘reificación’. Supone que los hombres han olvidado que ellos son los que han creado el mito, que ellos son los que han creado los significados.