domingo, 7 de abril de 2013

El verdadero enemigo


Publicado en El Mundo por Tomeu Maura (7/4/2013)

Los que ya rondamos el medio siglo recibimos nuestra educación en castellano. En mi caso particular en el colegio San Francisco, donde mi generación fue la primera en estudiar una asignatura en catalán, aunque no se introdujo en el plan de enseñanza hasta el último año lectivo, en el ya desaparecido COU. Por lo que estoy contando podría parecer que experimenté una inmersión absoluta en el idioma castellano. Nada más lejos de la realidad. El diálogo con los profesores se establecía de manera natural en mallorquín, e incluso en el bachillerato superior muchas clases se impartían en la lengua vernácula, aunque los libros de texto sí que estaban escritos en castellano.
No era un proceso forzado, sino una simbiosis perfecta entre los dos idiomas. En aquella época, tanto en Palma como en la Part Forana, el mallorquín era puro, el de siempre, el de toda la vida. El que nos habían enseñado nuestros padres y nuestros abuelos.
La invasión pancatalanista comenzó de forma muy sutil a comienzos de los 90. De repente quienes estudiaban Magisterio se sorprendían de que los profesores les insistieran en la pronunciación catalana. Al principio sólo fue eso. Pero llamaba la atención que quien seguía ese consejo tenía más facilidad para aprobar que quien insistía en mantener la fonética mallorquina.
Han pasado 23 años desde entonces. Más de dos décadas que el pancatalanismo no ha desaprovechado. Sus brazos armados se encargaron de transmitir que el principal enemigo del mallorquín era el castellano. Pero para empezar pronto hicieron desaparecer ese término. Mallorquín. Sonaba mal. Mejor català, que es más culto y según ellos más uniforme.
Invirtieron muchos esfuerzos y mucho dinero público en inculcar a una nueva generación que sus orígenes eran catalanes. Cualquier voz de protesta se acallaba rápidamente. A quien levantaba la mano le llamaban ignorante, y protegidos por partidos políticos interesados principalmente en mantener su cuota de poder fueron haciéndose fuertes. Tanto, que consiguieron hacer creer a muchos baleares que el catalán era la forma correcta de expresarse. El mallorquín era, digámoslo así, silvestre.
Ahora vivimos el mayor genocidio que ha sufrido nuestra herencia cultural en toda su historia. El siguiente paso de este proceso es suprimir todas las expresiones mallorquinas y sustituirlas por su correspondencia en catalán. Me cuentan que en la UIB se ha llegado a publicar una lista de palabras nativas calificadas como vulgarismos. Vergonzoso.
Personalmente también he sido víctima de esta agresión lingüística. Durante mi etapa como locutor de los partidos de Primera División en IB3recibí muchas correcciones por parte del COFUC. Pretendían que cuando narraba sustituyera homo por home o nostro por nostre. Son sólo dos ejemplos. Hubo muchos más.
Pero en lo que más insistían era en la pronunciación. Catalán estándar. El de Barcelona, por supuesto. La pronunciación mallorquina no es que no fuera correcta. Es que no era "demasiado recomendable". Nunca les hice el menor caso.
Estamos en un punto crucial. Hay que revertir este proceso cuanto antes o el mallorquín habrá desaparecido para siempre en dos generaciones. Puede que incluso antes. Es por eso que cobra mucha importancia el paso hacia adelante que ha dado el Mallorca incluyendo en su página web tanto la bandera balear como la denominación del idioma mallorquín. Claro que eso no servirá de nada si no viene acompañado por una profunda remodelación de la redacción de sus textos descartando todas aquellas expresiones catalanas que sean susceptibles de ser sustituidas por otras nativas.
También me siento orgulloso de la valentía de dos ciudadanos ilustres como Don José Zaforteza y Don Gabriel Barceló, que no han vacilado en levantar la voz para denunciar el proceso de destrucción al que el pancatalanismo tiene sometido al mallorquín. Su ejemplo debe servir como germen para que el Govern actúe cuanto antes. Y sin dilación. No hay tiempo que perder.
Las nuevas generaciones viven engañadas. Les han hecho creer que el enemigo es el castellano. Falso. Quien pretende acabar con el mallorquín es la minoría pancatalanista. Ese es el verdadero enemigo

No hay comentarios:

Publicar un comentario