El día de San Jorge no trata de regalar una rosa con la bandera del cacique nacionalista de turno, ni tampoco un libro escrito por adláteres babosos de la red clientelar ad hoc. Es mucho más: tanto la muerte en el 23 de abril de 303 de San Jorge, un militar romano de Capadocia convertido al catolicismo, que murió como mártir, como el fallecimiento y entierro de Cervantes y Shakespeare, representan un homenaje al coraje, y al virtuosismo.
Como contraste a lo que este homenaje representa, quiero aprovechar para denunciar la subvención a la mediocridad, al enchufado, al inútil, al baboso, la servidumbre, la podredumbre moral, y cualquier otra forma de miseria moral y lameculez hacia el poder del señor feudal de turno. Durante los tiempos de abundancia se alimentó a estructuras chupópteras, metástasis draconiana de los prebostes que medran inyectando odio, y apropiándose de símbolos, prevaricando desde las instituciones. Y para odiar no se precisa ni coraje, ni virtuosismo: cualquier imbécil con bandera y laureles puede señalar a un enemigo, marcarle como distinto hasta hacerle inhumano, y así despojarle de cualquier derecho que no pase por someterse incondicionalmente a la mequetrefez imperante.
De lo anterior, reivindico, desde la legalidad, el no tolerar comportamientos miserables, usando ingenio y sarcasmo ad náuseam para ridiculizar, a modo de vómito contraocular, hasta evidenciar la miseria multidisciplinar de cobardes y xenófobos, que usan el victimismo para machacar y subyugar a los que considera inferiores, fruto del odio y complejo, incubado durante décadas (#valores).
R. Gaab
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