Quan intenten ridiculisar es mallorquí comparant-lo amb so manacorí, llosetí o pollencí…
Amb tots es respectes pes manacorí, llosetí o pollencí, és un insult a sa intel·ligència comparar-los amb so mallorquí. Perquè:
a. fins fa quaranta anys, tothom a Mallorca entenia que xerrava mallorquí.
b. almanco durant es segles XVI, XVII, XVIII i fins ben entrat es XIX, es mallorquins solien denominar sa seva llengua com a “mallorquí” amb tota naturalitat. Josep Massot Muntaner, monjo benedictí resident a Montserrat, Premi d’Honor de les Lletres Catalanes (2012) i gens sospitós d’anticatalanisme, ho reconeix clarament[1]. Durant totes aquestes centúries, inclús abans[2], es mallorquins denominen es seu idioma “mallorquí”, “llengua mallorquina”, "llemosí", “llengua vernacla”, “dialecto”, “llengua materna”, “llengua vulgar” (vulgari lengua en llatí) o “llenguatge balear” (Balearico eloquio en llatí). Així, a títol d’exemple, Gaspar Melchor de Jovellanos, reclòs en es Castell de Bellver, defensarà s’ensenyança en “lengua mallorquina” (1802). Només d’ençà de lo que se coneix com a Renaixença Catalana, que orbita entorn des Jocs Florals de Barcelona, se comença a parlar de “català” –un terme acadèmic i de caire elitista– per referir-se a una llengua independent i comuna que també xerren valencians i balears, enmig de moltes controvèrsies[3].
lunes, 28 de octubre de 2013
miércoles, 9 de octubre de 2013
¿Los últimos días de España? Por Joseph Stove
Publicado en el blog de Sebastián Urbina
"En 2007, el prestigioso escritor de la posguerra europea Walter Laqueur publicó "The Last Days of Europe", un lúcido estudio sobre las causas de la decadencia europea. El libro no ha sido publicado todavía en España, donde la corrección política se impone.
Laqueur trata de dar respuesta a la cuestión de qué ocurre en una sociedad cuando bajos índices de natalidad sostenidos, envejecimiento, se juntan con una inmigración incontrolada.
El autor cree que Europa, dada su debilidad, jugará, en el futuro, un modesto papel en los asuntos mundiales, a la vez que muestra su certeza de que será algo más que un museo de pasadas gestas culturales, para el solaz de turistas asiáticos.
"En 2007, el prestigioso escritor de la posguerra europea Walter Laqueur publicó "The Last Days of Europe", un lúcido estudio sobre las causas de la decadencia europea. El libro no ha sido publicado todavía en España, donde la corrección política se impone.
Laqueur trata de dar respuesta a la cuestión de qué ocurre en una sociedad cuando bajos índices de natalidad sostenidos, envejecimiento, se juntan con una inmigración incontrolada.
El autor cree que Europa, dada su debilidad, jugará, en el futuro, un modesto papel en los asuntos mundiales, a la vez que muestra su certeza de que será algo más que un museo de pasadas gestas culturales, para el solaz de turistas asiáticos.
lunes, 7 de octubre de 2013
El nacionalismo y la estética.
Viendo en TV algunas imágenes de la cadena humana realizada el 11 de septiembre en Cataluña, fui una vez más consciente de la estrecha relación entre nacionalismo y estética. Personas jóvenes a mi alrededor sin ninguna convicción nacionalista estaban impresionadas por la magnitud estética y festiva del evento. No hay que negarlo, ver a centenares de miles de personas en un ambiente festivo envueltos en banderas y en muchos casos vestidos con las mismas camisetas podía incluso dar pie a que algunos jóvenes sintieran una cierta envidia por no estar presentes en la fiesta multicolor. Por suerte, para muchos, todavía la razón está por encima de las emociones y de la estética.
viernes, 4 de octubre de 2013
La batalla de las Islas Baleares
Si Bauzá cede, adéu Espanya. Lo que nos jugamos en las Baleares es el principio del fin de la inmersión lingüística, es decir, del proyecto de expulsión del español de la vida pública de los llamados Países Catalanes. Y, con ello, del paso siguiente a la independencia de Cataluña: la incorporación de las Islas Baleares a la Catalunya Gran, al nuevo estado mediterráneo.
No hay nacionalismo que no provenga de la nostalgia. Ese es siempre el componente que lo liga al fascismo que alimenta: la grandeza perdida. Sólo que si en el fascismo original la grandeza de Roma no se podía negar, en el caso del catalanismo es un sueño, una nación inventada como dueña de un pequeño imperio medieval que en todo el mediterráneo se conoce como aragonés.
martes, 1 de octubre de 2013
Los Sudetes con playa – Hermann Tertsch
El nacionalismo catalán no espera a ser independiente para tratar a Baleares con total desprecio al gobierno allí electo
HA sido una gran manifestación la que han logrado celebrar los grupos huelguistas de la educación en la Comunidad balear. Aunque no fueran ciertas las hinchadas cifras de los más expertos en la demagogia izquierdista y nacionalista que trabajan codo con codo en este conflicto que nos ocupa. Dicen que ha sido por la calidad de la enseñanza. Difícil es creer tan noble objetivo a quienes ya obligan a los niños de la educación pública balear a su tercera semana de huelga. Tres semanas fuera de clase a principios de curso no parecen forma adecuada de transmitir esa preocupación por una mejor educación. Y de hecho no se transmite, porque, preguntados por las causas, se habla poco de la calidad y mucho de la lengua. Porque lo de menos es que los profesores sean capaces o no de dar clases en inglés. Ni de que la calidad sea una u otra. Porque durante los pasados tres lustros, con la educación balear a la cabeza del fracaso escolar, es decir, a la cola de calidad, nadie se ha preocupado o sentido ofendido. Se trata de que haya que dar clases en tres lenguas. Y no en una sola que para todos los movilizados es la catalana.
HA sido una gran manifestación la que han logrado celebrar los grupos huelguistas de la educación en la Comunidad balear. Aunque no fueran ciertas las hinchadas cifras de los más expertos en la demagogia izquierdista y nacionalista que trabajan codo con codo en este conflicto que nos ocupa. Dicen que ha sido por la calidad de la enseñanza. Difícil es creer tan noble objetivo a quienes ya obligan a los niños de la educación pública balear a su tercera semana de huelga. Tres semanas fuera de clase a principios de curso no parecen forma adecuada de transmitir esa preocupación por una mejor educación. Y de hecho no se transmite, porque, preguntados por las causas, se habla poco de la calidad y mucho de la lengua. Porque lo de menos es que los profesores sean capaces o no de dar clases en inglés. Ni de que la calidad sea una u otra. Porque durante los pasados tres lustros, con la educación balear a la cabeza del fracaso escolar, es decir, a la cola de calidad, nadie se ha preocupado o sentido ofendido. Se trata de que haya que dar clases en tres lenguas. Y no en una sola que para todos los movilizados es la catalana.
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